Este año me dio, entre otras cosas, la posibilidad de compartir mis milanesas.
Me dio crisis, miedo, inseguridad, opresión y llanto como nunca antes.
Me dio sinceridad.
Me di verdad.
Cambié la obligación por el deseo.
Me permití odiar, y en ese odio descubrir.
Me permití expresar, y en esa expresión sanar.
Que la tormenta sea con nosotros.
Que el año 2012 sea tan jodidamente difícil como sinceros sean nuestros deseos.