Tomo café helado, camino por Parma con Bodoni hasta dar con la terraza indicada para almorzar una ensalada completa; completa en Parma incluye queso parmesano y jamón crudo de Parma.
De Parma también es la pasión por la bicicleta, las hay de todos los modelos y con todo tipo de ciclistas.
La ciudad es como el uso que Bodoni dio a su tipografía, centrada, prolija, clara, abierta.
Recorro el Muséo Bodoniano, allí me espera Luciana que gentilmente me muestra la sala y explica la disposición de las diferentes secciones. Hay ejemplares impresos por Giambatista, una replica de la prensa que utilizaba, cuños y punzones que esculpian caracter por caracter, hay también un olor particular y conocido, a papel, a madera, hay olor a historia.
La luz de la sala es natural, entra por viejas ventanas rebotando en el patio interior de la biblioteca del Palacio de la Pilotta, un edificio tan viejo como Parma, que hace de la luz una nube difusa y suave, inmejorable para descubrir cada caracter, cada palabra dispuesta sobre la página en blanco.
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