un pliego tuyo se enreda en un pliego mío,
una sombra prometía más.
la música estúpida de la radio no hace juego con mi letra cuando hablo desde aquí de lo que te siento, de lo que te extraño a horas nocturnas, de lo que me excede lo que siento, siempre.
por la albahaca y el limonero (que yo se que es un cedron, pero me gusta llamarlo limonero) pasan dos barrotes de buen día, unos cables clandestinos, seis recuerdos, y unas ganas mañaneras de demostrarte cuanto vale este silencio, este libro en la orilla de la mesa, este mate, este extrañarte matutino.
y así, mi soledad, se proclama nutriente, savia y luz de mis horas contigo.
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