Un tipo, pongamos Román, 41 años, obrero textil, soltero, triste, aficionado a escuchar, a soñar y anotar esos pequeños y diminutos sueños en libretas de papel barato.
Román, un lunes, unta un poco de manteca en una tostada, se ceba un mate y piensa.
En la mesa estás las libretitas acomodadas por fecha. Un lápiz, una libreta a estrenar con tapa de cuero. El diario, y la boleta del quini con los 6 aciertos.
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